Va por ti… Brindis Taurino
Por Eva Espinosa
En los andares de la legua, nos fuimos este fin de semana a Tlaxcoapan Hidalgo, a una corrida en donde alternaban los matadores Jorge Sotelo, Lupita López, Emiliano Gamero y por supuesto nuestro torero de casa Angelino De Arriaga.
Siempre da gusto llegar a la Plaza de Toros de cualquier lugar acompañados de buenos amigos y sentir la adrenalina de los previos al festejo, ese olor a tierra y puro, saludar a los taurinos conocidos, ir a ver a los alternantes y a las cuadrillas ir a desearles suerte… hay de verdad que estas cosas te llenan el alma.
Pues bien esta ocasión quiero hablar del BRINDIS TAURINO, dado que estoy llena de emoción y satisfacción ya que en dicha corrida el matador Angelino De Arriaga, me ha concedido el brindis de un toro, al cual por cierto le hizo una buena faena y le corto una peluda, a los pies de mi barrera como lo marca la tradición, es inexplicable, el cumulo de emociones y sentimiento cuando a un aficionado lo condecoran con esto, no hay palabras ni actos que agradezcan estos detalles de los matadores, dado que el brindis a un aficionado, va sin interés de tipo profesional, si no por el simple gusto del matador de reconocer la afición y la amistad.
Sin duda ya lo dice mi amiga “La Gitana” … Hay detalles que para un aficionado son oro puro y no se pagan con nada, detalles que te hacen bordar una tarde de arte y sentimiento.
Es por ello que públicamente agradezco el detalle del matador Angelino de Arriaga y sin duda más agradezco el valor de esas emotivas palabras que llevare en mi corazón el resto de mi vida.
Pues bien ahora para todos mis lectores explicaremos un poco sobre el tema del Brindis Taurino. Por brindis se entiende generalmente el que hace el espada al inicio de su faena de muleta, previo permiso de la autoridad (Juez de Plaza).
Ante todo, hay que distinguir a los toros que si son de “brindis” de los que no lo son. Con esto queremos decir, que en ocasiones las condiciones de lidia que presenta el adversario, son tan poco propicias al lucimiento del espada, que no merece la pena que se tome éste la molestia de brindarlo a nadie. Por qué el brindis, además, entraña profundo compromiso.
Por lo general se brinda la lidia y la muerte del toro cuando se está seguro de poderle hacer una faena lucida y meritoria, en cuyo caso se sentirá muy halagada la persona a la que se le hizo objeto de tal deferencia. De lo contrario, si el torero tiene vergüenza, deberá sentirla por no haber alcanzado el lucimiento al que se comprometió personalmente por el solo hecho de haber brindado. A veces, sin saberlo, los toreros brindan la muerte del toro, sino también la suya propia, como “Manolete”, “El Yiyo” o “Paquirri”.
En ocasiones los picadores y los banderilleros también suelen brindar sus puyazos o sus pares de palitroques, según sea el caso.
Muchos y muy diversos son los móviles que inducen a los toreros a brindar sus faenas: Gratitud al Médico de Plaza por haberlos atendido satisfactoriamente de un grave percance: Interés por halagar a un empresario taurino, para ver si así consigues el torero una nueva oportunidad: Servilismo o adulación ante un político en el sexenio en que está de moda: Admiración a un connotado personaje taurino, intelectual, artístico o deportivo. Y por respeto, admiración, reconocimiento y cariño a familiares, amigos o aficionados.
En cierta ocasión, en El Toreo de la Condesa, Pepe Ortiz le brindó un toro al celebérrimo aviador norteamericano Charles Lindbergh, el cual acababa de realizar la hazaña de volar sin escalas de Nueva York a París a bordo de “El Espíritu de San Luis”. Y no conforme con haberle brindado la muerte del toro, “El Orfebre Tapatío” le obsequió su valioso capote de paseo.
También suele brindarse en prueba de amistad, afecto o simpatía por los personajes humildes de la fiesta, como por ejemplo al personal de servicio de plaza (monosabios). De vez en cuando se brinda en memoria de un ser querido con el que no se cuenta ya en el mundo de los vivos.
Han existido por supuesto muchos “brindis” famosos como uno que formuló Lorenzo Garza al vanidoso y prepotente Maximino Ávila Camacho. “El Ave de las Tempestades” había tenido una actuación desastrosa durante el primer tercio. No paró los pies en momento alguno, y tenía al público en su contra, insultándolo en forma soez.
El altivo político, creyéndose en la plaza más autoridad que el Juez de Plaza, impuso una multa de $10,000 pesos al diestro de Monterrey, sin otro fin de exhibicionismo y complacer a los aficionados enardecidos por la mala actuación del polémico diestro regiomontano.
Al tomar los trastos, con su peculiar elegancia y su majestuoso donaire, subió al estribo, quedando exactamente frente a la barrera en la que se encontraba Ávila Camacho. El público expectante, suponiendo que Garza solicitaría la absolución de Maximino, guardó un hondo silencio. Y éste fue, poco más o menos el “brindis” del “Ave de las Tempestades”: “General, va por usted y por la mujer que lo acompaña, que antes de ser suya, fue primeramente mía. Que los $10,000 pesos que injustamente me impuso de multa, le sirva para comprarle un regalo a ella, porque el mío es un dinero honrado, ganado con los sustos y la sangre de mi profesión. Usted jamás ha sabido ganarse un centavo honestamente, como yo me los gano exponiendo la vida”.
Vino posteriormente una palabrota impublicable, y después un faenón de antología, que acabó de contrastar la mezquindad política del “generalito” y la grandeza Torera de Lorenzo Garza. (Dr. Enrique Vázquez Legorreta)
Pues así como esta, hay mil historias más que cada uno de los que hemos sido bendecidos con este reconocimiento podemos contar y tejer. Nuevamente mi más sincero agradecimiento Matador¡¡¡