Luis Castro.

Cuando un torero mata a su astado llega a la barrera con la espada recién sacada del cuerpo del animal y con la sangre fresca embarrada en ella. Entonces se dice, y así se ha manejado per secula seculorum, que no debe echársele agua fría a la espada de inmediato para limpiarla porque se destempla, ya que está caliente y hay que dejarla que se enfríe. Los mozos de espadas, fieles a tan enorme disparate, la dejan un rato al aire libre para que se enfríe colgada de la barrera por la parte de adentro. Ya después la limpian.

Tremendo disparate que se ha heredado de generación en generación y que parece que nadie se ha detenido a analizar su falsedad. ¿Por qué es un tremendo disparate? Vayamos al análisis:

Las espadas de matar están hechas de acero. Para que en el acero existan cambios estructurales, es decir, cambios en sus propiedades mecánicas como la resistencia a la tensión, la resistencia a la elongación y la dureza, debe calentarse a temperaturas superiores a los 723 grados centígrados. Por debajo de esa temperatura no sufre cambios el acero (dato extraído de las normas internacionales de los diagramas de equilibrio para el acero).

Por otra parte, la temperatura normal de una res es de aproximadamente 38 grados, casi como la humana. Como el animal está siendo agredido y sometido a grande estrés su temperatura corporal podría subir a los 40 grados. Cuando el torero le hunde la espada, ésta, si es que se calienta, evidentemente que cuando mucho podrá adquirir esa temperatura del cuerpo de la misma res. Sería, en todo caso, el cuerpo del animal el que transmitiera su calor al acero de la espada por lo que no puede pasar de esos 40 grados. Con algunos pequeños agravantes, como el hecho de que al extraer la espada comienza a disiparse calor hacia el medio ambiente, de manera que al llegar a manos del mozo de espadas cuando mucho andará alrededor de los 35 grados.

 

La temperatura del agua anda normalmente entre los 10 y 15 grados, así que el cambio que pudiera sufrir la espada es de los 35 grados a los 10 del agua. Eso no le hace ni cosquillas al acero.

Primer disparate: la espada no se puede destemplar aunque la mojen recién sacada del cuerpo del toro porque cuando mucho llega a los 40 grados, necesitando 723 grados para estar en el punto en que se pueden perder las propiedades mecánicas del acero.

Ahora bien, el proceso para templar el acero consiste en calentarlo arriba de los 723 grados, por lo general se hace a los 900 grados, o sea al rojo vivo, y luego enfriarlo rápidamente, casi siempre con agua o aceite.

Segundo disparate: la espada no se puede destemplar si le echan agua fría cuando supuestamente está caliente al sacarla del animal porque ese es el proceso con el que se templa el acero, no el que lo destempla. En todo caso, al echarle agua fría lo que estaría pasando es que «se estaría templando más».

Para destemplar el acero se debe calentar mínimo hasta 723 grados y luego dejarlo enfriar lentamente en el medio ambiente. Y eso es lo que hacen los mozos de espadas, dejar enfriar lentamente las espadas «para que no pierden el temple».

La historia, o tal vez leyenda, de cómo el humano descubrió que a base de un enfriamiento violento se endurecía el acero es cruel. A principios de la edad media cuando «la justicia» debía ejecutar a algún criminal le atravesaban el corazón con una espada. Un día un iluminado concibió que para mayor escarmiento debían atravesarle el corazón con la espada caliente al rojo vivo. Luego de llevar a cabo tal salvajada el verdugo se dio cuenta que su espada había endurecido.

Creyeron entonces que la explicación estaba en que la espada había quemado el espíritu del reo. De allí en adelante cuando querían endurecer una espada lo hacían con ella al rojo vivo y atravesándole el corazón a algún humano. La sangre hacía las veces del agua como medio enfriador, pues cuando mucho estaba a 36 grados contra 900 de la espada.

Más adelante alguien probó con un cerdo y el resultado fue el mismo. Se acordó endurecer las espadas con cerdos y no con humanos. Hasta que aparecieron los verdaderos pensadores y estudiando el caso llegaron a la conclusión que todo era por el enfriamiento a que era sometido el acero. Probaron con agua y mejoraron los resultados.

Ver en http://www.armaduras-arroyo.com/espadas/info/info.htm