In Memoriam: Historia de la ganadería de Don Rodrigo Tapia
Segundo artículo de seis, publicado en mayo de 1996.
Luis Castro.
Para hablar del origen de la ganadería de Don Rodrigo Tapia hay que retroceder hasta tiempos de las haciendas. Éstas tuvieron su origen histórico con la llegada de los españoles, cuando los reyes de España por el llamado “Derecho de Conquista” se auto declaraban dueños absolutos de todas las tierras que descubrían, creando “Las Encomiendas”, enormes extensiones de tierra otorgadas con todo y sus habitantes a personas de la confianza del rey con el objeto de «propagar el cristianismo».
Al final de cuentas “La Encomienda” fue solamente una fórmula hipócrita de los reyes “cristianos” de España para establecer la esclavitud civil entre las masas indígenas a las que hacían trabajar de sol a sol.
Como “Las Encomiendas” se convirtieron al transcurrir el tiempo en una muy seria amenaza para la corona real de España, ya que iban tomando la forma de estados autosuficientes que podían independizarse de España, el rey Felipe II impuso en el año 1591 la política de “composición de tierras”, que consistió en fraccionar las “Encomiendas” lo que dio origen a las grandes haciendas. Habían nacido las haciendas y los grandes hacendados.
Con la independencia de México se abolió la esclavitud y en teoría desaparecieron los acaudalados hacendados, convirtiéndose simplemente en grandes latifundistas. Y aparecieron ahora “Los Medieros”.
Los latifundistas, antes hacendados, al no ser capaces de trabajar ellos mismos sus enormes extensiones de tierra, ofrecían la mitad de los beneficios a quien se las trabajara. Éstos que las trabajaban y que iban con el dueño a medias de lo que se cosechaba eran “Los Medieros”.
Allí aparece en escena Pedro Tapia Vergara, abuelo de Don Rodrigo Tapia, hombre muy trabajador que vivía en “La Yegüería”, poblado muy cercano a Zinapécuaro hoy llamado José María Morelos. Pedro Tapia se venía a trabajar de mediero a la hacienda de Andocutín, propiedad de los hermanos Ignacio y Francisco Álvarez del Castillo y colindante con la Hacienda de La Labor.
Por su parte, la Hacienda de La Labor era propiedad de los hermanos Manuel y Agustín Iturbide, quienes por su vida desordenada se vieron en la necesidad de ponerla en venta en el año 1860. Se la ofrecieron a los hermanos Álvarez del Castillo de Andocutín, quienes mandaron a Pedro Tapia a que la viera y la negociara. Los hermanos Álvarez del Castillo, por el enorme aprecio que le tenían a Pedro Tapia, le prestaron $25 000.00 para que la comprara y se quedara con ella, habiéndose realizado la venta en $35 000.00.
Así, en 1860 la Hacienda de La Labor pasó a ser propiedad de Pedro Tapia, abuelo de Don Rodrigo, quien se dedicó en los primeros cinco años totalmente a la agricultura y luego comenzó a meter ganado manso.
No le llamaba la atención la fiesta brava, pero a su hijo Ramón sí, por lo que, para darle gusto, le compró a Fidencio Barajas del rancho “Los Árboles”, a un lado de Acámbaro, Gto. toros criollos bravos de los que llegaron a tener hasta 300 vacas y cuyo ganado lidiaba cada semana en la antigua plaza de toros de San Juan de Morelia. Ya estaban en Araró los primeros toros bravos.
El próximo viernes 18 de mayo el tercer artículo de esta serie de seis.
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