Luis Castro.

Hay una densa niebla en el medio taurino. Los aficionados morelianos transpiran disgusto, malestar, impotencia, por el encierro que se corrió el pasado 16 en el Palacio del Arte. En las redes sociales han circulado todo tipo de comentarios negativos, de reprobación, de ¿hasta cuándo?, de ¡ya basta!

La empresa parece no haberse dado cuenta que se metió zancadilla asimismo. Autozancadilla. Porque la gente sabe que es la misma empresa la del 16 que la del 30 de septiembre, aunque en diferente plaza y, además, que los astados, evité la palabra sagrada «toros», van a ser de la misma ganadería.

¿Cuál es el escenario más intuible?: Tendidos vacíos en la Monumental de Morelia para el próximo 30. No es un deseo ni una profecía, es simplemente la voz del sentido común. Y eso, no sé si el único, pero sí el gran perjudicado es el empresario que es el que pone sus dineros para organizar el festejo con la esperanza de recuperarlo y, claro, obtener ganancias a través de la recaudación en taquilla.

Y en este momento de divorcio afición-empresa de muy poco serviría gastar en excesos de publicidad con las fotos de los toros a lidiarse y cosas semejantes, porque bien sabe la gente que nada garantiza que esas fotos sean realmente las de los toros que van a salir por la puerta de toriles. Si se le ha engañado de una manera, ¿por qué descartar que se le engañe de esta otra?

Pero le queda un recurso poderoso a la empresa, si es que va a traer toros de verdad, toros: Exhibirlos. Ponerlos a la vista del público e invitarlo a que pase a verlos. La monumental de Morelia tiene un mirador, entrando por la puerta de sol, ex profeso para que puedan ser vistos los toros en los corrales.

De hecho es una obligación que estén a la vista del público (artículo 35 del Reglamento Taurino de Morelia), pero desde hace más de 20 años no se hace. Porque sabemos que en México las leyes, con mayor razón los reglamentos, están hechos para que se violen más que a las pobres mujeres indocumentadas que por buscarles mejor calidad de vida a sus hijos tratan de ingresar a un país ajeno.

Desde los tiempos de Carlos González se dejaron de poner a la vista del público los toros. Salieron con la historieta que para evitar que los toros «se tocaran», historieta que hasta a Walt Disney le hizo gracia. Lo que querían en realidad evitar era que la gente se diera cuenta de los novillitos que se iban a lidiar en vez de toros. Y desde entonces hasta hoy no ha habido autoridad alguna que haga cumplir ese artículo 35 del capítulo IV referente a las empresas: «… Para prevenir alteraciones en el programa, los empresarios deberán tener los toros en los corrales de la plaza con cuatro días de anticipación a la fecha de la corrida o novillada, debiendo ser precisamente de la ganadería que se anuncia, los cuales deberán estar a la vista del público a partir del día siguiente a su llegada».

La peor compra es la que se hace sin ver la mercancía. Así le han estado vendiendo a la afición moreliana y lugares circunvecinos el espectáculo taurino, sin mostrarle los toros. Ahora lo que queda es como en muchos pueblos que si no les enseñan antes los toros no van a la plaza, para que la gente vaya a la taquilla, poner a los toros a la vista del público.