Corrida en Ciudad Hidalgo: un petardo el empresario Tomás Díaz..
Luis Castro
Tradicional corrida del primero de noviembre en Ciudad Hidalgo, Michoacán, cuyo protagonista ha sido el petardo de empresario Tomás Díaz que tuvo en un hilo de suspenderse la corrida por no pagar sus compromisos. Nadie puede decirse empresario taurino si no tiene en la bolsa todos los dineros que implican los gastos, o si se los quiere transar. Tomás Díaz es de éstos. ¿qué no sabe que los negocios se hacen con dinero? ¿Cómo quería entonces que el ganadero permitiera lidiar sus toros si no se los había pagado?
Fue el caso este martes en Ciudad Hidalgo en que Tomás Díaz tenía todas las deudas del mundo y no pagaba cuando ya los toreros estaban en puerta de cuadrillas. Claro, el ganadero no permitía que soltaran a sus toros si no se los pagaban y los toreros no partían plaza así. Hasta cerca del crepúsculo «se arreglaron» cuando el público, el menos culpable, clamaba desesperado por el inicio. Consecuencia: que más de la mitad de la corrida se lidió en condiciones inapropiadas para los toros, para los toreros y para el público que no veían bien, pues el alumbrado de esa plaza parece de lámparas ahorradoras de iluminación, para un halloween. Como aquel tango «y todo a media luz». Este tipo de personas que fingen ser empresarios deberían desaparecer del planeta taurino. Estorban.
Tres cuartos de entrada y ¿toros? de Aurelio Franco, los dos primeros con faena posible, los dos de Hilda Tenorio con faena imposible, malísimos, y los otros dos muy ásperos, más malos que regulares.
Alfredo Ríos «El Conde» inició con dos largas de rodillas, verónicas y chicuelinas aprobadas por el respetable. Cubrió el segundo tercio invitando a José Luis Angelino y lo hicieron bastante bien. El toro resultó incómodo mas no imposible para una faena de lucimiento por un derrote áspero y corto, pero no buscaba al torero y pasaba casi completo. Faena de muchos pases para cumplir, pero no para hacer historia. 1 aviso.
José Luis Angelino recibió con verónicas de las de a deveras, de esas que se ven bonitas porque el torero embarca muy a tiempo y engancha al toro en la panza del capote lo que le permite mecerse mientras la ejecuta. El toro fue bravo, emotivo, que si tentaba apenas la muleta derrotaba secamente de manera vertical, pero si no la tocaba pasaba bien. Y casi siempre le cogió la muleta a su lidiador. Estocada de buena ejecución y buena colocación, pero no de buenos efectos.
Hilda Tenorio, ya en la oscuridad, tuvo que vérselas con un toro muy malo, manso peligroso, que por embestidas daba arreones huyendo, de repente se colaba por el izquierdo, todo un mal pájaro que hizo sudar a la menudita moreliana. Estocada.
El cuarto fue para José Luis Angelino. No se respetó el orden. Lidió un torito que aunque no buscaba, derrotaba secamente, salía con la cara arriba y allí se frenaba. Traía, pues, apenas una faena de molinetes, de algún derechazo aislado rematado de inmediato, de pases sin sustancia, para las grandes masas y esa faena recibió. Estocada y dos orejas.
El quinto, para «El Conde», otro novillote, nunca pegó dos embestidas con las mismas características: a veces derrotaba y se frenaba, a veces pasaba con la cabeza sobre el palillo, a veces con el hocico por delante, a veces no pasaba. Era para hacerle una faena de efecto, de pueblo, y también se la dieron. Estocada y dos orejas.
Y cerró Hilda Tenorio con otro mal pájaro que solamente dio arreones peligrosos, a pesar de que lo picaron bastante no dejó de pegar arreón tras arreón con mucha fuerza. Nada qué hacer allí más que matar. Y lo mató de tres cuartos.
Habrá que estar al pendiente para ver si le pagaron sus toros al ganadero.