Con ambiente muy agradable se llevó a cabo el festival de homenaje a Juan Silveti Reynoso en el Palacio del Arte de Morelia.
Luis Castro.
Bonito ambiente el de ayer domingo 19 en el Palacio del Arte durante el festival taurino en homenaje a Don Juan Silveti por sus 62 años de haber tomado la alternativa en la Plaza México de manos de Fermín Rivera y testigo Manolo Dos Santos. Tarde que olió a toros y toreros por todos lados. Efluvios de fragancias toreras de antaño.
Tal vez poco más de tres cuartos de entrada y novillos de Montecristo buenos, salvo el último. Y el quinto de la tarde de San Francisco de Asís muy remiso para dar la primera embestida, pero una vez dada repetía tres o cuatro veces.
Abrió plaza Gastón Santos con una aceptable actuación, simplemente bien, premiado con una oreja.
Luego Eloy Cavazos, todo un tío, fresco como si el tiempo no se hubiera inventado para él. A gusto en el ruedo, ayudando a sus compañeros, de muy buen humor y lo más importante, con su fragancia torera que continúa alborotando a las masas. Y las alborotó. Recibió con chicuelinas rematadas con tres medias verónicas y luego una faena a su estilo, molinete para comenzar sus tandas de derechazos, giro para rematar con el de pecho, a veces de pie, a veces rodilla en tierra, intento de regiomonta que se le embarulló y certero como siempre con la espada para dos orejas de premio. Novillo que se dejó torear sin complicaciones.
Continuó Chucho Solórzano, fatigado por el tiempo en lo físico, no en la afición, con un novillo bueno y un lado izquierdo extraordinario. Comenzó con un trincherazo de acuarela para seguir por derechazos. Cuando pasó a la izquierda la muleta y descubrió la calidad del astado le plantó unos naturales exquisitos. La gente rugió. Pinchazo y estocada para oreja.
El cuarto fue para Manolo Arruza, con otro manejable novillo de Montecristo de mejor lado derecho, para el que tuvo suaves y bien construídas verónicas por el lado izquierdo. Faena derechista que vino de más a menos, concluyendo su labor con poderoso macheteo por la cara con doblones rematados a pitón contrario, pases de pitón a pitón y media estocada suficiente para recibir una oreja.
Para El Capitán fue un novillo de San Francisco de Asís, malón aunque sin malas ideas, muy tardo para embestir, suelto de cabeza cuando sentía la muleta pero fija cuando lo templaban. Solamente se podía estar empeñoso con una res así. Y empeñoso estuvo. Estocada y cinco intentos de descabello. Vuelta al ruedo.
Y cerró el festejo Alejandro Silveti, con un novillo de Montecristo reservón, sin clase, complicadón. En la primera tanda de naturales la res le echó mano, pero como Silveti es de dinastía de guerreros en el ruedo, se levantó a ponérsele allí para sacarle todo el provecho posible, que era poco. San Juaneras para concluir y pinchó cuatro veces antes de dejar una entera a toro parado que hizo rodar sin puntilla. Aplausos.
Mención honorífica para el aspirante a novillero Antonio Mendoza. En el primero Gastón Santos le permitió hacer un quite y más quieto que la inmovilidad le pegó cuatro gaoneras que levantaron a la gente de sus asientos. Y luego Alejandro Silveti también le permitió otro quite y lo hizo por chicuelinas dejando gratísima impresión. Allí hay un jovencito con una potencialidad torera enorme.
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