Por Luis Castro/ 📷 Oscar Mir

La corrida de este domingo me ha parecido sumamente interesante y emotiva. Lo de Padilla hasta en el brindis a su esposa lleno de ternura hizo que se reventará la última fibra del alma. ¡Y la manera en que lo despidió la gente! Un torero de esa talla y esa historia se merece eso y más.

Las dos faenas de Saldívar han sido maravillosas y creo que ha sido el torero que mejor ha estado en esta temporada. Está hecho un torerazo, maduro y con mucho arte en ambas manos. Muy lejano a la mayoría de los toreros que con su muleta acartonada y pegadores de pases mecanizados parecen copias fotostáticas unos de otros,. No, para nada, este Saldívar sabe darle al vuelo de su muleta mientras redondea sus pases ese ondulamiento de suave aletear de mariposa, ese abaniqueo como ola de mar en calma, ese abrirse el pico de la muleta en los naturales que se lleva acariciando la embestida para que el toro salga por allí, por el pico, en una caricia como el sudario de la Magdalena. Desde mi óptica, a lo mejor de vista cansada, pero mi óptica al final de cuentas, es el torero que mayores méritos tiene hasta el momento para estar en el codiciado cartel del aniversario del 5 de febrero.

Para mí hay dos toreros mexicanos que manejan su muleta con singular exquisitez que los demás no pueden, que deberían ser las figuras en la baraja mexicana, pero no sé por qué no han llegado hasta la cima, son Arturo Saldívar y Juan Pablo Sánchez. Después de ellos cualquier otro.

Otra cosa de esta corrida de ayer domingo que me dejó pensando fue que si el estándar, el promedio de las características del toro mexicano fueran como ese sexto bis de Xajay, bravo, repetidor, emotivo, transmitiendo, que necesitaba un torero de verdad, estoy seguro que mucha gente regresaría a las plazas. Pero fue desperdiciado porque su lidiador acostumbrado seguramente al bobitoro, cuando tuvo al verdadero toro bravo enfrente, el toro se lo comió. Alguien dirá que le faltó un puyazo, tal vez, pero de ser así habría sido precisamente por bravo, porque hoy al toro mexicano nunca le falta un puyazo, al contrario, le sobra el que simuladamente le dan por su mansedumbre. Ah, cómo hizo falta un Mariano Ramos delante de ese toro. Acabo de leer una lastimosa crónica que dice que “salió un sobrero de Xajay, orientado y agarrado al piso, muy reservón, con el que el Armillita optó por abreviar.” No sé si me da lástima el que escribió semejante burrada o coraje.

Y lo último de lo que ya he hecho mis conjeturas otras veces es referente a la maroma que dio el toro de Saldívar, pero para la próxima vez que escriba mis disparates volveré a hacer ese análisis referente a si de verdad se dañan cuando dan una maroma así.