Alberto Rangel el mejor; «El Moso» faena de mucho mérito, este sábado en el Cortijo La Salud de Morelia
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Luis Castro.
En noche previa al día de torear los torerillos suelen soñar la faena que van a realizar al día siguiente. Pase por pase, embestida por embestida, ovación por ovación. Hasta contadas las suertes, tres de éstas, cuatro de aquellas y la que tanto trabajo les cuesta hacerla en el entrenamiento, en el sueño les sale rete bien. Lo nunca visto, al cabo sueños son. Y el día y a la hora del festejo absolutamente nada de aquello sale como se soñó. Más bien todo al revés.
Pero este sábado 11 de agosto en el Cortijo La Salud de Morelia Alberto Rangel nos desnudó la faena que soñó anoche y nos la proyectó tal cual. Se presentó al ruedo con la faena que había soñado y allí la transformó en realidad. Y supimos qué había soñado: una gran faena. Claro, todos sueñan una gran faena, la diferencia estuvo en que no todos la hacen realidad. Alberto Rangel, sí.
Este fue su sueño: Recibir con unas verónicas suaves, sin prisas para rematar con una media verónica de lo que le cayeron encima los aplausos de la primera avalancha. Avalancha de aplausos. Esperaban turno las tafalleras y cuando lo tuvieron causaron nuevo alboroto.
Muleta en mano comienza con pases por alto para cerrar con un trincherazo y el de pecho muleta en la izquierda. Tanda de derechazos relajado, cambio de mano por la espalda para firmar de nueva cuenta con el de pecho. Más derechazos y un firmazo un tanto desdeñoso con un olé que hasta los pájaros de sus nidos salieron volando. Naturales, trincherillas, más derechazos e intercalando cada vez más adornos, ya vitolinas, ya arrucinas, un susto que cuando tanta ovación revolotea en el medio ambiente ni duelen. Y mire usted que hasta se dio el lujo de dar un pase de vuelta entera. Siendo la lidia a muerte simulada, las dos orejas fueron simbólicas.
Qué bien ha estado Alberto Rangel este sábado, quizás en su mejor actuación dentro de su corta trayectoria aún. Claro que una faena así no se le hace a una res sin calidad. Ésta fue de Monteverde.
El siguiente turno fue para Carlos Mauricio Medina, quien agradó al veroniquear y más al rematar con esa media tan salerosa que se sabe inventar. Tibio quite por gaoneras. Un brindis de gratitud y con la muleta inició con unos por alto y luego con naturales cuando el animal ya estaba dando signos de que no iba a regalar tan fácil su faena. Pero hay que saber leerlos y la lectura que estaba dando la res era de que no se le quedaran en corto entre pase y pase. Al continuar ahora con la derecha, Carlos Mauricio se le quedó en terreno corto, no se le fue, no le generó el espacio entre su cuerpo y la cara del cuadrúpedo y éste se lo echó al lomo lastimándolo. Le costó trabajo volver a ponerse de pie.
Cuando lo logró iba muy mermado de facultades, disminuido, daba la impresión de que algún dolor no le permitía mover la mano derecha porque en vez de sacarla la dejaba totalmente encogida, pegada al cuerpo, echándose una y otra vez encima a la ternerita. Pasó las de caín. Ni modo, así se cobran el derecho de piso los toros.
En tercer lugar salió Emiliano Villafuerte «El Moso» y ha estado con calificación más que aprobatoria. Este chamaco está desarrollando mucha técnica, mucho oficio para resolver los problemas dentro del ruedo. El novillito de Gustavo Farías rajadón fue problemático, pero en general «El Moso» supo leerle su comportamiento y le sacó bastante provecho. Y mire usted que la fórmula no era sencilla: entre pase y pase por la derecha había que irse, generar el espacio entre torero y toro para dejar que la res se parara; debiendo estar parado, no andando el animal, entonces debía hablarle y citarlo y una vez iniciada la embestida ya no debía tocarlo, sino dejarlo que casi se estrellara con la bamba de la muleta y de allí llevárselo muy templadito, de lo contrario el astado rebrincada, se frenaba y lo buscaba. Y eso supo hacerlo «El Moso». Por el izquierdo se quedaba a media suerte y no faltó el que le estuvo «aconsejando» que por la izquierda. Qué difícil es hacer entender a todos esos consejeros no solicitados que cierren la boca cuando alguien torea. Realmente fue una faena de muchísimo mérito, de bastante contenido intelectual. Pinchó una vez y tuvo que entrar a matar en otras dos ocasiones para recibir dos orejas, pero en un gesto que habla muy bien de la seriedad con que se toma la cosas, sin que nadie se las pitara él por su cuenta tiró una y se quedó solamente con la otra.
Cerró plaza Julián Castro. Curiosa faena «por lados», es decir, primero lo toreó por el lado derecho hasta exprimirle ese lado y luego se fue con la izquierda también hasta exprimirle ese otro lado. El eral, también de Gustavo Farías, deslucidón, sin clase, aunque tuvo muchas embestidas. El chamaco le dio y le dio pases alargando exageradamente su labor hasta que la gente en el tendido parecía mejor ponerse a platicar del triunfo de la selección mexicana a ponerle atención. Otras dos orejas.
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ACERTADO MAESTRO, COMO SIEMPRE, GRACIAS POR SU ORIENTACION. MUY BIEN BETO, ADELANTE, BIEN «POPO», A REPONERSE, BIEN «MOSO» BUEN GESTO EL BRINDIS A TU CUADRILLA Y BUEN GESTO TIRAR LA OREJA INMERECIDA, A SEGUIR ENTRENANDO, MUY BIEN JULIAN, GRACIAS POR EL BRINDIS.